Me sentí expuesta.
Escribo desde hace ya mucho tiempo. Soy de la generación que tuvo y llenó diarios de papel no porque el journaling fuera mainstream , sino porque no teníamos de otra. Escribía en diarios, escribía cuentos y guiones; primero en Hi5, luego en otro blog, después en este; luego vino Twitter, más tarde El Sol de México, la revista En Viva, y finalmente el periódico Milenio. Escribo porque me sirve, porque me drena lo mismo el azúcar que la pus. Cuando las redes sociales llegaron a mi vida me parecieron el mejor lugar para ir a depositar cualquier cosa que sintiera ganas de decir. En algún momento Facebook hospedó las Leyes de GonZen y luego vino Twitter, que me permitía lanzar frases al aire sin que supiera (ni me importara) quién las leía. La mejor definición de esa bonita red social a la que me niego a llamar X la escuché de Lore Rivera: "Es como una bolsa de papel en la que respiro de vez en cuando". El problema es que esa bolsa últimamente huele mucho a que alguien ya vomit...