A lo que sigue.

Al igual que mucha gente que conozco, voté por Xóchitl más por ir en contra de AMLO que de Claudia. Sabía que era un voto de expresión más que un voto útil porque al igual que a muchos me fue quedando claro que Claudia sería la ganadora. Era evidente. 


Para un movimiento tan expansivo como Morena, que se ha dedicado a dar en donde debe no sólo a nivel económico sino de adoctrinamiento, se necesitaba una oposición a la altura. 


Mientras Xóchitl se dedicaba a forzar cada vez más el tono abusando del “chale” y el “chido”, mostrando carteles baratos y poniendo apodos en debates que suponían ser serios y perdiendo así la oportunidad de mostrar quién era y lo que proponía, Morena entraba física y virtualmente casa por casa en lugares estratégicos. Mientras los habitantes de ciertas colonias salían de sus casas a marchar vestidos de rosa, Morena se colaba como el agua en las colonias de otros. 


Para empezar a entender cómo pasó no sólo lo esperado sino de forma arrolladora, hay que empezar por aceptar que no había oposición. Hablo de Xóchitl y también de muchos de sus seguidores que veían en ella una lancha de rescate cuando no era más que un salvavidas en medio del mar. 


Basta con leerles tras la derrota, basta con escucharla a ella, y ver cómo desde que se anunció a la ganadora se le acabó el personaje.


Lo que pasó pasó porque no había de otra, porque quienes deseábamos la alternancia nos encerramos en un mundo pequeño mientras ellos, maestros en alcanzar a quien necesitan, hacían su chamba. Por eso no importaron ni la pandemia, ni los fenómenos naturales, ni el metro, ni nada. Buscaron y encontraron la forma de decirle al grueso de la población “A pesar de todo esto, si nos vamos ustedes van a estar peor”. Y la gente olvidó, perdonó y votó guinda de punta a punta del país y de la CDMX. Eso más el voto duro de quienes los reeligieron por auténtica convicción. 


Podemos seguir haciendo berrinche si queremos otros seis, doce, dieciocho años de Morena. Ellos, y quienes los apoyan, ya encontraron la fórmula. Mientras un lado se entretiene tuiteando, marchando y /o sacando lo más clasista desde el fondo de su frustración, ellos van por la grande. No sé si por la vía legal pero sin duda por la más efectiva. 


Viendo las cosas en perspectiva, no me gusta que haya ganado Morena pero siendo muy honesta prefiero que haya ganado Claudia que Xóchitl. 


Hablando de las candidatas y no de los partidos que las agarraron como carne de cañón, Claudia, más allá de haberse convertido en la primera presidenta en un país por demás machista (que no es cosa menor) demostró ser mucho más política que Xóchitl en muchos sentidos. Hasta la mesura del final la favoreció. Mientras acá pasábamos del “ganamos” al “perdimos” en dos tonos completamente distintos, allá se guardaba silencio. 


Claudia se ha mantenido fiel a su causa sin brincar de partido en partido. Ojalá que eso le sirva y alcance para dejar a un lado el servilismo y darse cuenta que ahora ella es el personaje más importante en la politica de este país y que además va con todo. Ojalá lo use para bien, ojalá nos sorprenda. 


Mientras tanto de este lado podemos seguir pataleando seis años, ya vimos cómo nos fue. 

Comentarios

Chocolates!

Mi foto
Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.