De extrañar y así...

En alguna conversación reciente con @ElBuenJaime, hablábamos de la reacción física que tiene el hecho de haberse acostumbrado a la presencia de alguien que de pronto, por la razón que sea, ya no está. No hablo de aquellos que se van para siempre porque dejan este mundo, sino de aquellos que dejan TU mundo y que uno no sabe si será para siempre o si un día la vida volverá a mover los hilos que te harán toparte en el mismo camino.

La ansiedad ante estos hechos es tan evidente que cualquiera que la haya experimentado y lea esto sabrá que me refiero a ese peso extraño que se siente sobre el pecho, a esos micromomentos en los que un pensamiento puede provocar que te falte el aire, a esa tristeza que inexplicablemente te permite seguir viviendo la vida de manera normal pero con un hueco que no se llena prácticamente con nada, que solo se va haciendo más fácil de sobrellevar con el paso del tiempo.

La ausencia, el paso del agua caliente al agua helada, las fases del microduelo y todas y cada una de las cosas que eso incluye. La valoración de la situación real, los recuerdos que ahora resulta que están sembrados por todas partes; la melancolía; las preguntas; las dudas sin respuesta, en fin... todos esos elementos que nos hacen pensar y dudar si se hizo lo correcto para después toparnos de frente con la razón, la cual es intolerante a la cursilería, con esa parte fría y calculadora que nos dice "La única realidad es la que ves" y metafóricamente este pensamiento nos truena los dedos para despertar del trance que provoca un desencuentro y permitirnos seguir con la vida diaria un día y otro, y otro, hasta que todo se vaya haciendo menos; hasta que un buen día algo, que puede ser de lo más simple, nos haga darnos cuenta de que el tiempo ha logrado su misión intrínseca: convertir en recuerdo lo que se extrañó en cuerpo y alma.




Comentarios

  1. Yo también te extraño mugrees!!! Cuídate mucho y ya deja eso de #voyasermonja

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  2. Yo también. Te extraño y quiero verte cuídate mucho Mugressss!!!

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Chocolates!

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.