Viajar Sola y Perderlo Todo - Última Parte
En Pisa me deshice de mis tenis, de mis jeans favoritos, de un par de blusas y hasta del selfie stick. Estaba hasta la madre de cargar. Me urgía llegar a puerto seguro y aquel viernes lo logré.
Antes de irme a este viaje alguien me aconsejó que metiera en mi maleta únicamente aquello que estuviera dispuesta a perder. Aquel consejo no pudo ser más profético. La lección de aquellos 17 días fue tan grande, que se ha venido fraccionando en muchas pequeñas lecciones que no han parado hasta hoy. De junio a octubre han pasado las cosas más extrañas. Hay fuerzas que son superiores a la fuerza de voluntad. Otra "alguien" me dijo hace poco que había que estar atenta a las señales. Siempre he creído fielmente en ellas y no es momento para dejar de hacerlo. Aquí estoy.
Antes de irme a este viaje alguien me aconsejó que metiera en mi maleta únicamente aquello que estuviera dispuesta a perder. Aquel consejo no pudo ser más profético. La lección de aquellos 17 días fue tan grande, que se ha venido fraccionando en muchas pequeñas lecciones que no han parado hasta hoy. De junio a octubre han pasado las cosas más extrañas. Hay fuerzas que son superiores a la fuerza de voluntad. Otra "alguien" me dijo hace poco que había que estar atenta a las señales. Siempre he creído fielmente en ellas y no es momento para dejar de hacerlo. Aquí estoy.
Si han seguido los relatos hasta hoy, pensarán que falta uno. No falta; está y estará siempre. Quizá algún día tenga el valor y/o los motivos suficientes para escribirlo aquí.
Hasta aquí llega este álbum.
Vendrán más.
Vendrán más.
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