Del turco que me leyó el café.

Nota: Tengo planeados varios posts que hablarán de mi viaje más reciente, pero tras un mes de ausencia debo decir que se me está complicando un poco acomodar los recuerdos y las vivencias, así que lo haré de forma natural, según vayan saliendo.

- "Se te cayó algo" me dijo el turco aquel mientras mi nueva amiga y yo revisábamos el menú del lugar en el que él trabajaba para ver si nos quedábamos a cenar ahí.
- "¿Mande?" Le dije volteando hacia el piso en un acto reflejo
- "Que se te cayó algo" repitió insistente 
- "¿Qué?" respondí tras revisar nuevamente mi alrededor
- "Mi corazón" dijo sonriendo como si hubiera estado seguro de que con esa frase, esta que escribe mordería el anzuelo "¿de dónde eres?"

Así son los turcos, así inician sus interacciones con las extranjeras porque están acostumbrados al coqueteo, pero siendo yo del bendito país del que soy, su discurso me sonó completamente cursi y prefabricado; aún así, debo confesar que sonreí. 

Más tardamos en decidirnos a cenar ahí que él en sentarse en nuestra mesa y presentarse diciendo puras cosas chulas de mis ojos (mis ojos, queridos lectores, que del otro lado del charco resultaron ser mi arma más poderosa)

Se levantó y volvió a sentarse con nosotras varias veces entre las que, entre otras cosas, nos contó que era bailarín y nos mostró un video que daba fe y legalidad de que había ido a audicionar a "America's got talent".

- "Fíjense bien" dijo enseñándonos un video de YouTube en su celular "¿A ver, quién es el que sale aquí?"

Me acerqué a la pantalla y ¡pum! era él bailando en frente del mismísimo Simon Cowell. Nos contó también que no lo habían escogido y cómo le había pintado dedo a los jueces.

Más tarde se sentó nuevamente en la mesa, tomó la taza vacía del café turco que yo me había bebido minutos antes y la observó como quien está a punto de decir algo muy interesante.

- "Te voy a leer el café... A ver, aquí veo que eres una mujer muy desconfiada, que solías confiar excesivamente en las personas pero ahora tienes miedo. Creo que llevas un buen rato intentando encontrar algo, pero lo que buscas no está nada fácil, no es cualquier cosa, sin embargo, viene en camino."

Justo cuando casi me atrapa con esa visión de mi pasado y futuro, empezó a debrayar en un rollo cuyo tema central era describirme cuáles eran las ventajas de casarme con él e irme a vivir a Turquía. La que más recuerdo fue su oferta de abrirme una tienda de maquillaje "porque eso es a lo que más pueden aspirar las mujeres". También me dijo que tendría hijos y que mis hijos se parecerían al papá, agregando al final que por lo menos tenía la seguridad de que mis hijos serían guapos porque en ese momento tenía al papá en frente. En fin, un ligue tan barato y con número de serie que debo confesar que tanto a mí como a la gringa nos arrancó varias carcajadas.

Cuando pedimos la cuenta me dijo que no nos fuéramos, la gringa vio mi cara de "sí vámonos" y puso como pretexto que queríamos caminar por la zona. "Regresen, yo salgo en media hora, pero si regresan me quedo y les invito una botella de vino a ti y a tu amiga" me dijo intentando cerrar el trato con un "Sí regresas, ¿verdad?" a lo que respondí con un "tal vez" y a lo que él respondió diciendo "Eres brava. Me gusta. Regresa"

No volvimos, pero les dejo una imagen del, según el café, sonriente futuro padre de mis hijos, JA.







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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.