De Amélie y otros cambios de vida....



Hoy me senté en mi sala y me quedé mirando al perro que quise tener desde que era niña. En la casa familiar lo más que pude conseguir fue tener dos gatos, pero un perro nunca. Mi bisabuelo era veterinario y mi abuela vivió su juventud rodeada de 15 canes, lo que la volvió poco afecta a ellos y desembocó en que yo no tuviera uno si no hasta ayer, a mis 32.


Y mientras miraba a Amélie, una hermosa bulldog francesa que vino a recordarme porque soy fan de la frase "Lo que es para ti, es para ti", pensaba cuánto y cómo ha cambiado mi vida en los últimos 5 meses, en las cosas que he logrado, en los sueños que se han cumplido y que han ido fluyendo uno a uno en un efecto dominó casi mágico y entonces, no pude más que sonreír.

Independizarse a mi edad puede parecerles de poco mérito, y sí, es posible que me haya tardado, pero viniendo de un matriarcado como el que vengo y bajo las circunstancias que hoy en día rodean al mismo, haberme independizado a estas alturas tiene más mérito del que creerían.

Me siento bien, de hecho me siento cada día mejor y el único pendiente que ata mis alas para seguir volando a una altura más baja de la que debería, cada día se vislumbra más lejos: el infierno en el que yo misma me metí, finalmente me está enseñando la puerta de salida... pero esa, es otra historia... en realidad la misma de siempre, pero esta vez herida de muerte.

Lo cierto es que por fin comienzo a disfrutar cada una de las cosas que hoy me rodean. Esperé mucho tiempo para llegar aquí y no, no me creo mucho, no escribo esta entrada con afán de presunción; la escribo para que cuando vengan las vacas flacas, cuando la vida gire y me toque volver a estar abajo y haya que volver a tomar vuelo, recuerde este momento, la imagen que aparece arriba, lo que siento al ver cada una de las cosas que hay en mi casa y hoy, a esta perrita de 4 meses que me vino a despertar... en todos los sentidos.

Life is good.

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.