De terapias y demás...

La mente humana... Ese desmadre personal que nos hace únicos, que nos une y que a la vez nos separa tanto los unos de los otros. 

Honestamente, siempre me he (o había) considerado lo suficientemente introspectiva como para poder resolver todo mi "bullshit" yo solita. Mi tendencia a huir, a salir de mi círculo de confianza, me había sacado siempre del paso y  me había permitido escucharme claramente en días y noches de silencio que viví lo mismo en NY que en ese último año nuevo en Puebla.

Las madejas de mis hilos estaban tan hermosamente "acomodadas" en su propio caos, que nunca consideré necesario sentarme en el diván,  la silla o el sillón de alguien y contarle mis problemas, MIS cosas. Debo decir que muchas veces, incluso a mis amigos más cercanos, me cuesta mucho trabajo hablarles de ciertos temas. La vulnerabilidad me provoca conflictos.... ¿Y a quién no?

Ahora que me mudé compré antes un diván que un sofá cama, y hace días jugaba en Twitter con la idea de acostarme en él y hablarme "fuerte" para ver si así me ahorraba la terapia; y pues no, no funcionó. Ahora vivo más tiempo en silencio pero todo parece indicar que mi voz interna está como muteada o en coma, who knows?

Total que ando entre los 32 y los 33 con una crisis arrastrada más o menos desde los 29 pero postergada desde más o menos los 25, ¡La madre!, y resulta que eso que dicen por ahí de que las preguntas no se van haciendo menos, es bien pero bien cierto. La verdad es que uno crece y no sólo te cuestionas más sino que te cuestionas más cabrón.

Y nada, ahora creo que no es tan mala idea, que quizá necesito ayuda, si no para resolver mis conflictos existenciales, mínimo para buscar la punta de la madeja y a partir de ahí empezar a desenredar una serie de cosas, historias, personajes, preguntas y demás material cómico-musical que he ido mandando a la  Bandeja Bulk.

Quizá el pensamiento más claro dentro de tanta confusión es que, pase lo que pase, si uno tiene 32, no puede permitirse repetir los errores de cuando tenía 25, de ser así, todo indicaría que en realidad no se aprendió nada.

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.