De mi opinión sobre la salida de Aristegui y mi desamor por Twitter

La verdad es que en días como hoy y como cuando Top Gear y como cuando Kalimba, es que comprendo porque le fui perdiendo el encanto a Twitter. Lo que solía parecerme un foro de expresión, de esparcimiento, algunas veces de discusión e incluso hasta de denuncia, se ha convertido (con sus sagradas excepciones) en una especie de hoguera de las vanidades en la que unos pelean contra otros y en 140 caracteres luchan por tener la razón olvidándose por completo de los principios básicos de tolerancia y en algunos casos del respeto.

El día de ayer se destapó la noticia de que Carmen Aristegui había sido despedida de MVS debido a los comentarios que hizo el viernes con respecto a la manta que se expuso en la Cámara de Diputados aludiendo a un supuesto problema de alcoholismo del Presidente Felipe Calderón. El día de hoy MVS declara que Aristegui transgredió los límites de su "código de ética" al difundir un rumor como noticia, cosa que como podrán ver en el siguiente video, no sucedió. 

A pesar de que a mí sí me gusta el periodismo de Carmen, no voy a defenderla porque me parece que este problema no tiene un nombre propio: No se llama Carmen Aristegui ni MVS ni Felipe Calderón, se llama "censura" y nos remite a tiempos pasados que en realidad no han pasado del todo.

Ese mismo cuestionamiento sobre el supuesto problema de Felipe Calderón ha aparecido miles de veces en las redes sociales y en otros medios como un hecho e incluso como un chiste. Pedir una respuesta formal a ello no es transgredir un código de ética, es simplemente hacer uso de un micrófono abierto para preguntar lo mismo de lo que se ha venido hablando y haciendo burla durante años; es darle seriedad a un asunto que debería preocuparnos a todos. Porque si bien estamos hablando de la vida personal de alguien, hablamos de la vida personal de un alguien que está a la cabeza de un país: el nuestro.

En cuanto vuelva a Twitter será para hablar de puras banalidades. 

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.