De Atenerse a las Consecuencias...
En esos trayectos de este trabajo solitario en el que mi mejor compañía es un ipod, me dió por pensar cuál sería la receta para que las cosas de la vida giraran en mejor sincronía y vino a mi mente una sola palabra "Respeto". Lo convertí en una entrada de blog intentando que no sonara a tema de ceremonia escolar ni a un discurso más bien moralista; pero es que en verdad lo creo...
Creo que si empezáramos por respetar nuestras propias palabras, ideas, sentimientos y necesidades, quizá esto se vería proyectado en el respeto que les damos y que exigimos a los demás. El "problema" es que ese auto-respeto nos llevaría directito a la honestidad y ésta a su vez a ejecutar los actos más sinceros y naturales, que automáticamente anularían las luchas de poder en todas sus modalidades. Y de ahí, que Dios nos agarre confesados porque sé de varios que no sabrían que hacer con tanta "verdad".
Conozco gente que sabe manejar el sentimiento, pero aún no conozco a nadie que le guste perder. A decir verdad, conozco a pocos que estén dispuestos a ceder, muchas veces e incluso ante sí mismos.
En los otros, tendríamos que ser capaces de respetar cosas tan simples como el tiempo ajeno, los gustos, las necesidades y ni que decir de las decisiones. Tendríamos que pensar antes de actuar, tendríamos que escuchar con la misma puntualidad y urgencia con la que hablamos de nosotros mismos, tendríamos que saber decir y sostener un "no", tendríamos que ser tolerantes y no armar tremendos dramas cuando las cosas no suceden como uno quiere, y así, entre otras cosas.
Conozco gente que sabe manejar el sentimiento, pero aún no conozco a nadie que le guste perder. A decir verdad, conozco a pocos que estén dispuestos a ceder, muchas veces e incluso ante sí mismos.
En los otros, tendríamos que ser capaces de respetar cosas tan simples como el tiempo ajeno, los gustos, las necesidades y ni que decir de las decisiones. Tendríamos que pensar antes de actuar, tendríamos que escuchar con la misma puntualidad y urgencia con la que hablamos de nosotros mismos, tendríamos que saber decir y sostener un "no", tendríamos que ser tolerantes y no armar tremendos dramas cuando las cosas no suceden como uno quiere, y así, entre otras cosas.
Lo complicado de todo esto radica en lo ajena que nos resulta la empatía; eso de ponernos en los zapatos del otro no es siempre tan fácil porque al final de cuentas implica salir de nuestras propias ideas, sentimientos y necesidades para intentar comprender las de otro y todo esto cuando vivimos una época en la que muchas veces no nos entendemos ni a nosotros mismos.
Reconozco cada una de mis batallas pedidas a veces con lágrimas y dolor. No me gusta perder pero acepto una derrota, exangue donde lo dí todo; y me levanto de nuevo a la lucha porque así me enseñaron.
ResponderEliminarBeso Gonsen, gracias por tus palabras