El efecto (kamikaze) inverso.

"La esencia del efecto inverso, explicado de manera sencilla, es: cuanto más se intenta hacer algo conscientemente, más difícil es lograrlo". TMW

Hasta hace unos años, fui por la vida llevando la frase "Deja que la vida te sorprenda" como uno de mis mantras. Acto seguido, la vida me sorprendió en grande en más de un par de ocasiones y no exactamente para bien.

Ser kamikaze tiene ventajas pero también tiene precio. La mayoría de las cosas que a ojos ajenos parecen valientes en mi persona, en realidad las hago porque no las pienso. Otras las pienso tanto, que termino perdida en laberintos de los que luego me toma mucho tiempo salir. Sin embargo, es justo el tiempo el que ha hecho que el efecto de lanzarme al vacío a ojos cerrados se haya ido volviendo un tanto contrario. 

He notado, con más sorpresa que pesar, que he desarrollado una peculiar forma de querer adelantarme a todo. Controladora he sido siempre, pero a últimas fechas he alcanzado niveles casi insospechados en un intento, por demás está decir que tonto, de ganarle a la vida "por un pelito" y así protegerme. ¿De qué, de quién?, de lo mismo que igual termina pasando, porque no importa cuánto sientas que llevas de ventaja, la vida va a ser lo que es y no lo que uno visualiza en sus predicciones mentales, catastróficas o no.

Noté que a últimas fechas, si leía un libro en capítulos necesitaba ver cuántas páginas tenía cada uno y entonces establecía objetivos. Recordé también que hace unos meses, cuando estuve en lo que muchos llaman el lugar más feliz del mundo, me sentí más segura si antes de subirme a un juego veía los planos de este (sí, los planos, no me juzguen), o algún video en YouTube que mostrara todo el recorrido, no me fuera a sorprender una bajada. Después de haber organizado dos viajes a Europa prácticamente sobre la marcha, ahora resulta que voy a una playa y necesito tener toda la logística perfectamente cuadrada. Una ridiculez tras otra, y como todas las ridiculeces de la vida de los otros, estas también tienen su raíz, pero este no es el lugar ni el momento para hablar de ello.

La madurez trae consigo la precaución, pero que no se nos pase la mano. Que el cerebro logre conectar ideas con posibles consecuencias está bien, pero que el cerebro se llene de escenarios "what if" que más que hacernos avanzar nos llenen de miedo y por lo tanto nos inmovilicen, eso sí que no. 

No descarto que la sobrexposición que vivimos actualmente con tan solo activar una diminuta pantalla sea también parte de ello. Estamos tan llenos de información de tantas personas, que el individualismo y la colectividad juegan fuercitas todos los días. Tener la mejor foto, el mejor texto, los mejores hijos, el mejor viaje, la mejor relación, el chiste más mordaz pero elegante; el primero, el mejor, el más... y al mismo tiempo la casi inevitable comparación con millones que también están buscando lo mismo. Un desgaste absoluto y francamente infructuoso.

Nos llenamos de cuentas llenas de frases, de pensamientos, de recetas para la vida, como si todos nos "preparáramos" igual para ella. Ahora, cada que leo una imagen con uno de esos textos demoledores agrego un "no todos" o "no siempre" en mi cabeza porque es bien bonito y seguro apegarse a la fórmula de A+B = C, pero es mucho más bonito considerar otras variables.

Hace unos días tuve una epifanía, algo que me encanta experimentar y que cada vez me pasa menos seguido. Con tan solo una frase, alguien a quien quiero profundamente me colocó a las puertas de un descubrimiento tan grande y con tantas consecuencias, que recordé por qué carajos iba por ahí con mi discurso jipi de decirle a la gente que siempre se dejara sorprender. Cual drano, sus palabras combinadas con mi inevitable conectar de puntos, hicieron que pasara toda la mierda que yo misma había producido mentalmente. Juzgamos un montón desde nuestros propios demonios y no hay nada que nuble más la vista.

Y es que el factor sorpresa es en realidad el que reacomoda la vida. Todo lo que controlamos se vuelve predecible y, por lo tanto, completamente aburrido. Llevo días meditando sobre lo aburrida que me he sentido últimamente, sobre como mi técnica de adelantarme a todo no me ha llevado muy lejos; por el contrario, me ha mantenido dando vueltas en mi propio círculo vicioso y cada vez más lejos de lo que en realidad quiero.

Una vez que entiendes lo anterior, todo es disfrute, todo fluye de maneras que requieren de toda la ligereza posible. No me interesa ya ver los planos, ni el recorrido ni el número de capítulos de nada. Me urge volver a ser aquella que probaba y luego decidía, la kamikaze del "vamos viendo" y aunque todavía la veo venir a lo lejos, ya la reconozco.

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.