De flores, líneas y otras cosas imaginarias.
Cuando vi pasar esta imagen en Twitter hace unos días pensé que si alguien hoy me preguntara quién soy y qué espero, bien podría mostrar esta ilustración.
Estuve involucrada hasta las trancas en una historia que duró casi 8 años. No muchos lo sabían y de quienes lo supieron en su momento, pocos lo entendieron. Pero es que no se está con otro para que lo entiendan todos, sino porque uno se entiende mejor con ese otro que con nadie. En ese entenderse se crean acuerdos, complicidades, guiños y claves que una vez que todo termina solamente entienden y lloran los involucrados.
Pero en realidad no vengo aquí a hablar precisamente de esa historia, ya habrá más oportunidades para ello, vengo a usarla de introducción y referente para explicar por qué una sola imagen puede decir tanto de los últimos dos años de mi vida.
Se dice que un parteaguas es una línea imaginaria. En 2018 dibujé un parteaguas con un plumón Sharpie imaginario, claro, como imaginaria ya me estaba pareciendo la historia de la que hablo al inicio.
Hoy hace 2 años estaba en Roma escuchando una perturbadora pero clara alerta sísmica en mi cabeza. De Roma llegué a Pisa, de Pisa a Cambridge y de Cambridge al suelo, pero no tirada, sino más bien con los dos pies bien puestos sobre la tierra, bendito dios, la tierra de Madrid.
El párrafo anterior fue sólo el inicio del viaje más caro, complicado y fuerte que he hecho: el viaje hacia adentro de mis propias aguas negras.
Tras romper (o al menos razgar) una historia en la que depositaste tanto, lo que queda a tu alrededor es un jardín hecho mierda. Flores arrancadas y flores marchitas por todos lados. Un desmadre emocional, pues.
En este caso, y para empezar a poner orden después de que a la línea de Sharpie se le sumaron otros acontecimientos como una epifanía maternal, una orfandad paternal que ya existía pero terminó de consumarse, y uno que otro acontecimiento no mío pero sí de gente muy cercana y querida, se me ocurrió volver a terapia por segunda vez y acostarme en un diván por vez primera.
El psicoanálisis es un laberinto psicodélico y sin salida. El objetivo no es precisamente encontrar la puerta sino entender que el laberinto eres tú mismo y tu historia. Acostarse en el diván se trata de recorrer todos sus recovecos de punta a punta para finalmente aprender a vivir en él.
Ahí, después de poco a poco ir recogiendo el tiradero de mis flores, de darme cuenta que no todas eran de la última historia y ya en suelo fértil, aventé la primera semilla.
En un post todo suena muy bonito y en fast forward, pero eso de rascarse las costras de casi 40 años implicó, entre otras cosas, litros de lágrimas.
Comprendí muchas de mis decisiones y aprendí a respetar mis indecisiones; aprendí también de límites y he ido colocando a cada personaje de esta historia, pasando por la familia, los amigos y los amores, en el lugar que correspondía. Y así, entre todo ese proceso, vi cómo por fin todo volvía a germinar.
Han pasado dos años del inicio de mi siembra y ni de chiste estoy ya rodeada de flores, pero ya hay varias hileras de ellas. Hace un año, el otro protagonista de la referida historia intentó de nuevo echar un vistazo a mi invernadero. Esta vez me encontró como al personaje femenino de esta imagen: cuidando y arreglando todo. Él, una vez más, venía con las manos vacías pero eso sí, dispuesto a quedarse a ver; y no, ya no.
Así que aquí estoy, ocupada en resembrarlo todo y asumiendo las consecuencias de ello que van desde la soledad, el desapego, la incomprensión y hasta el juicio ajeno. Pero ni modo que uno vaya dando detalles de quién es por todos lados. Que cada quien piense aquello para lo que su cabeza le dé.
Así que bienvenido sea el que quiera ver lo que tanto trabajo me ha costado lograr, que pase a ver lo que falta y por qué no, que ayude con la siembra. Nomás se le pide de favor que pase sin pisar ni arrancar nada.
Y eso sí, el que quiera quedarse que también traiga sus propias flores, que "corte una flor de su jardín", un jardín también cuidado, con flores de otro color, que ofrezca cosas nuevas. Como diría yo misma: "con huevos o nada", y atrás de la línea, imaginaria, claro, que todavía estoy trabajando.
Cuando vi que publicaste la imagen y que harías una publicación al respeto jamás me pasó por la mente este panorama tan personal y tan intimo.
ResponderEliminarSiempre es un gusto leerte, Miss
Gracias por pasar por aquí, estimado Padawan. El gusto es todo mío. ¡Abrazo!
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