Historia Mínima de la Cafetera Italiana



Dedicado a mi socia @hidrauniverso, que mañana emprende su propia aventura.

Fueron muy pocas las compras que hice a mi paso por el viejo continente, pero había unas que iban en una pequeña y concisa lista de "imprescindibles"; una de ellas era una cafetera italiana. 

Recorrí Figline Valdarno (tarea nada complicada, ya que se trata de un pequeño pueblo ubicado en la Toscana y cuya zona comercial abarca quizá 1 km) buscando la más adecuada en calidad, tamaño y precio; en ese orden de importancia. Y sí, ya sé que es mucho romanticismo haber ido tan lejos para comprar una cafetera que fácilmente pude haber adquirido en Liverpool, pero en los grandes viajes, hay que permitirse varios pequeños placeres.

Finalmente encontré lo que buscaba en una pequeña tienda local. Una cafetera que me costó la nada desagradable cantidad de 15 euros, que permitía hacer 5 tazas (de expresso, por supuesto) y cuya caja no tomaría gran espacio en mi maleta.

Después de comprarla tomé el tren de Figline a Florencia, cargando mi bolsita con la tal cafetera. Recorrí con ella la catedral, subí al mirador, me tomé un café y unas pastitas y caminé durante varias horas viendo bolsas de piel. 

Cuando el hambre fue mucha, me senté en una pizzería, y al terminar, en un total descuido, abandoné mi preciado y recién adquirido objeto. Pasaron quizá 30 minutos antes de que notara que algo me faltaba y en cuanto me dí cuenta entré en pánico. La había elegido tan minuciosamente, comparando precios, tamaños y demás en diferentes tiendas, que perderla en ese momento era algo verdaderamente trágico.

También es importante señalar que Italia vino casi al final de un viaje de un mes, por lo que mi ánimo ya estaba decaído y el cansancio ya era demasiado. Por primera vez en 30 días me puse muy triste.

Así que volví a los lugares que recordaba haber recorrido, obviamente siendo la pizzería el primero. Cuando llegué había una mujer malencarada que al preguntarle por mi bolsa sólo respondió "no", sin hacer más intento por buscarla que pretender asomarse bajo la barra. 

Fui también a una heladería en donde me había comido un helado de pistache, nada. Me senté en las escaleras de la catedral intentando conectar los puntos (cosa que últimamente me cuesta más trabajo)

- Tiene que estar en la pizzería, no hay más - pensé, y me levanté decidida a enfrentarme de nuevo a la mujer aquella para pedirle que buscara con más cuidado y esperando que a ningún comensal se le hubiera hecho bonita mi compra.

Al llegar nuevamente al lugar, esta vez me recibió un hombre que no se veía de mejor humor que la mujer. Le pregunté por mi bolsa y su primera respuesta fue "no, no hay nada", le pedí que buscara bien por favor, así que se asomó bajo la barra y... Voilá! cuando se levantó de nuevo, traía mi bolsa blanca en la mano. He de haber sonreído como si me hubiera entregado una bolsa llena de euros.

Desde que regresé y hasta hoy, todas las mañanas, en esta casa, se hacen 5 tazas de expresso en la cafetera recuperada.

Comentarios

  1. Digo ya se que hoy te vi, pero digo ya que te haces 5 tazas, a ver que día me invitas para no desperdiciar tanto cafe, no te vaya hacer daño... :D

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.