Twitter for Famous Dummies.






Oh, Twitter, esa gran hoguera en donde se han atizado y, a veces, extinguido los fuegos más grandes de la vanidad.

En Twitter se han vuelto famosos los antes desconocidos y los ya famosos han sido aporreados una y mil veces por olvidar que este espacio, como buena red social, tiene alcances prácticamente inimaginables . 

En este microblog, los errores, que parecen pequeños por no poder tener más de 140 caracteres, se pagan muy caros. La viralización no perdona ni 2 segundos y la estela que los errores dejan a su paso ha hecho que varios decidan ponerse al "tú por tú" con su fanaticada, o de plano desaparecer sus arrobas, aunque sea de manera momentánea (saludos, @syntekoficial, @ArathDeLaTorre, @ClaudiaLizaldi, etc, etc, etc...)

En lo personal, poco a poco he dejado de seguir a personajes famosos porque me parece que no han entendido el juego, que de pronto han visto a las redes sociales, especialmente a la del pajarito, como una vitrina para mostrar sus logros, cebollazos, presentaciones, productos, etc. y no como lo que es, un canal primario de comunicación con la gente que, por el motivo que sea, los sigue.

Ayer les di mi unfollow a tres escritoras que admiro profundamente y cuyos libros adornan al menos dos repisas de mi casa. Les di unfollow porque se dedican a escribir pocos pensamientos, pero a dar mucho RT a los eventos en los que participan, a los artículos que promueven sus libros y a poner al sol su ego 2.0, siendo incapaces de responder a un tuit, y siendo así, prefiero seguirlas leyendo en sus libros.

Ante este suceso, decidí escribir algunos puntos que me gustaría hacer llegar a dos que diez famosos para que antes de pensar en entrarle a la tuiteada, meditaran si esto le hará un bien a su carrera o si es mejor que la gente los siga idealizando. 

1. Twitter es una pecera
Desde el momento mismo en el que uno elige su arroba y se lanza a eso de la tuiteada sin protección, nuestras palabras pueden llegar prácticamente a donde sea. Es necesario multiplicar cada seguidor por un mínimo de 100 para lograr más o menos entender hasta donde puede llegar un arrebato o  un comentario que no pasó dos veces por el filtro de la razón. Imaginen un "famoso" con 10,000 seguidores y establezcan el posible daño colateral de un tuit no pensado.

2. Los tuits no se borran
Por más famosos que sean, no pierden su condición de humanos - mortales. Todos, hasta ellos, cometemos errores; el problema aquí es que la tecla "delete" sirve de poco. Una vez que mi tuit ha salido de mis dedos, le pertenece a mis followers, a los followers de esos followers y así sucesivamente. Basta un simple RT o una captura de pantalla para mantener fresca una frase por meses (seguimos sin saber qué es el "sayote")

3. No es lo mismo la pantalla de TV que la del smartphone
Un actor o un cantante, o prácticamente cualquier personaje público, puede hacer las cosas mal y difícilmente enterarse de lo que opina la gente de manera directa. Twitter ha venido a revolucionar eso y ha permitido acercarte a estas personas de las formas más positivas o negativas, para ninguno de los dos lados hay límites. 

4. Hay que aguantar vara
Por esta misma razón, es sumamente importante que los personajes públicos tengan presente una de las reglas más básicas para los Community Managers "No engancharse". Los trolls y los intentos de lo mismo pululan por esta red buscando víctimas y son bien conocidos por no tentarse el corazón, sino al contrario, buscar los puntos débiles y disparar con todo. Los trolls, al igual que los Gremlins, se reproducen por montones. Responderle a uno, es el equivalente a darle de comer después de las 12 y meterlo en un tinaco.

5. Hay que aprender a burlarse de uno mismo
El caso de López Dóriga y su "Juay de rito" siempre me ha parecido uno de los ejemplos más notables en cuanto a control de daños 2.0 se refiere. Joaquín López Dóriga aguantó vara como los grandes e incluso convirtió su propio error en un chiste personal, lo cual resulta infalible cuando se trata de un desmemoriado grupo de personas que lo que quiere es burlarse. Cuando la víctima se burla de sí mismo, se acaba la misión del troll.

6. Tantita humildad, no sé
Me queda claro que debe haber un momento en el que el número de menciones sobrepasa sus capacidades humanas de respuesta y que muchos de ellas pueden no ser dignas de la misma, pero, oh, estimadas figuras públicas, déjenme recordarles que su nombre es una marca y cuando las marcas abren redes sociales, tienen que dedicarles tiempo.

7. Las redes sociales no son para vender
Se ha confundido la misión de estos espacios. Si hay que verlo en frío, se puede decir que las redes sociales son una ampliación del servicio al cliente, en tiempo real y sin censura. Por supuesto que sus seguidores quieren saber cosas acerca de su trabajo, pero sin duda alguna esperan encontrar una parte más humana de ustedes.

Hasta ahí mi reporte...

En resumen les digo a los cientos de famosos que seguramente NO me van a leer, que esa arroba que eligieron y se dieron a la tarea de verificar o no, los pone bajo la lupa. TODO, absolutamente todo lo que escriban y/o publiquen, podrá ser y será juzgado. Si su ego, su tiempo, su falta de conocimientos ortográficos, sus escándalos o simplemente sus ganas no les dan para convivir con los mortales, mejor sigan haciendo lo suyo.

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.