De nada en especial...

Si lo malo no es el hueco, sino cuando escarbas en él. 


Típico. Tienes la sensación de haber dejado de producir alguna sustancia; ¿dopaminas?, ¿algún simil?, vayan tus demonios a saber, pero hay un cansancio extraño, un vació con nombre, pero el bautizarlo de manera oficial lo cambia todo, obliga a decidir, a despedirse, a planear la retirada ensayando discursos absurdos o silencios sepulcrales.

Las despedidas son una mierda. Saben feo. Siempre saben a "muy pronto", siempre saben a "me faltó hacer/decir esto o aquello", siempre dejan ese mal sabor en la boca, en los recuerdos, en la orfandad de las partes del cuerpo en orden alfabético y en orden de importancia. 

Las despedidas son una mierda. Te obligan a pensar en cosas que no quieres, te obligan a pensar. Punto. Y entonces hay que hacer circo, maroma, teatro, radio, blogs, letras, más letras, música, ruido, y evitar así la hecatombe. Intentarlo.

Ningún adiós es entendido igual por dos personas, no hay manera. Siempre hay uno que abre los ojos antes, siempre hay uno que tiene que decidir primero, con o sin ganas, pero con una extraña y no siempre auténtica fuerza de voluntad. 

Es simple, ya hablan de ello muchas teorías psicológicas, muchos poemas, mucho de todo. Las despedidas son un fenómeno universal. La misma mierda aquí que en China. La misma ausencia interpretada por millones de maneras distintas y vivida en millones de formas diferentes.

Comentarios

Chocolates!

Mi foto
Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.