Del 9/11 de hace 10...


Hace 10 años estaba llegando a trabajar y prendí la tele para buscar la escena de la película que les pondría a mis alumnos de 3o de secundaria. Me topé con lo que al principio me pareció una película equivocada: la imagen del recién sucedido choque sobre las Torres Gemelas y minutos después con el segundo choque en vivo. Me quedé en shock frente a la pantalla y tres veces más cuando vi derrumbarse dos de las construcciones más simbólicas de la opulencia norteamericana. 

Cuando mis alumnos entraron al salón les dije lo que había pasado. Ayer una de mis ex-alumnas, ahora gran amiga, me recordó que también les dije que el mundo iba a cambiar. Creo que en ese momento no alcancé a dimensionar el nivel que alcanzarían esos cambios. A partir de ese día, palabras como "racismo", "intolerancia", "seguridad" y "terrorismo" tomaron connotaciones extremas y casi paranoicas. A partir del 9/11, todo lo inimaginable se volvió posible.

6 meses después del 9/11 cumplí uno de mis primeros sueños de vida y estuve por primera vez en NY. De las 9 noches que pasé ahí, no hubo una sola en la que no mencionaran algo sobre lo sucedido y hubo al menos 3 en las que se hablaba de seguir encontrando restos humanos bajo los escombros.

Las cifras oficiales hablan de 3017 muertos, incluyendo a los terroristas. 3017 personas implican un terrible y doloroso efecto dominó; 3017 son muchas historias de varios países, son muchos planes, muchos sueños; 3017 son muchas familias rotas, son muchos padres, son muchos hijos, nietos, tíos, primos, amigos. 3017 son muchos daños colaterales producto de decisiones que quizá ni siquiera fueron tomadas por ninguna de esas personas. No importa que haya detrás; 3017 personas son muchísimas.

10 años después me parece que seguimos sin saber que fue lo que en realidad pasó, pero más alla de la explicación social, política, histórica, económica, científica, bélica o arquitectónica, están las muchas historias que ese día vieron su capítulo final. Lo demás, es lo de menos.

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Verónica Gsm
Fanática de la utopía y cursi de clóset. Nómada. Creo en lo que no cree casi nadie y desconfío de aquello en lo que creen muchos. Mi alter ego se llama Violetta. Nunca me he enamorado a medias; me enamoro o no y cualquiera de las dos, se me nota. Algo Facebookera pero muy Twittera. Me gustan las historias ajenas y las frases sueltas. No corro, no grito y no empujo. Terca como mula y aferrada como capricornio. Cuando el mundo se me enreda, camino y si se me pone muy de cabeza, tomo una maleta y me voy a dar el rol. Tengo adicción por los mensajes de texto y/o las visitas inesperadas a deshoras de la noche; por NY, por San Cris, por los "chick flicks", por los libros de Angeles Mastretta y por los chocolates con mazapán de Sanborns. De vez en cuando practico el autoboicot. Escribir es el saco que me cobija y a veces ese saco le queda a alguien más.

Fologüers.